La droga endógena
- quarkscopia
- 6 abr 2021
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Muchas conductas autodestructivas marcadas o sutiles obedecen a un proceso de adicción a un tipo de sustancia química que no viene del exterior sino que se origina en el interior mismo de nuestro propio organismo. Un claro ejemplo es la adicción a la endorfina manifestada por los deportistas y atletas de alto rendimiento, cuya “dosis” se hace cada vez más insuficiente, lo que los incita a ser cada vez más exigentes con su rutina de entrenamiento y práctica.
Aunque las hormonas no tienen los efectos adversos que tienen las drogas externas en el organismo, si pueden generar hábitos de conducta que pueden ser inconvenientes a mediano y largo plazo como es el caso de la “adicción a situaciones estresantes” o “tóxicas”. Muchas de las situaciones indeseadas en las que recurrimos obedecen a un proceso de adicción química similar a las drogas, y sin darnos cuenta nos volvemos adictos a los pensamientos que nos hacen liberar adrenalina o cortisol.
Los pensamientos son emanaciones abstractas, técnicamente energía y la energía se irradia y propaga en ondas, un proceso íntimamente ligado a las vibraciones. Las vibraciones de baja frecuencia son más homologas con la materia que con la energía…nos conectan más al cuerpo que al alma. Buscamos repetir los estímulos negativos para que el cuerpo pueda generar (nuevamente) la respuesta de estrés y así obtener la sustancia química que el cuerpo requiere
De allí que las “emociones negativas” tengan un efecto más marcado en el cuerpo físico y la salud por medio de la somatización de enfermedades y patologías derivadas de la permanencia recurrente o continuada en conductas que, aunque destructivas a largo plazo, generan en el corto plazo una sensación de satisfacción química.
Superar y revertir un proceso de adicción requiere de constancia y voluntad, pero el solo hecho de “comprender” de donde vienen esos patrones repetitivos de conductas “toxicas” permite hacerlo consciente y lo que se hace consciente se hace modificable.







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