El "Dios Personal"
- quarkscopia
- 3 abr 2021
- 2 Min. de lectura
Todo hombre concibe a Dios como una versión algo mejor a lo que él es…Aun así Dios sigue siendo invariable, inmutable…incambiable! Lo que cambia, muta, varía y evoluciona es la conciencia que lo percibe. El antiguo Dios del salvaje que exigía altares bañados con la sangre de sus enemigos, se volvió piadoso y misericordioso al evolucionar el creyente que lo adoraba. De ser representado por una roca, animal, el sol o el relámpago, se antropomorfolizó y adoptó figura y vestimentas similares a la del creyente que seguía adorándole. Luego se convirtió en energía… o en arte, poesía o música. Fue percibido como hombre, mujer, niño, anciano, hibrido mitad hombre y mitad animal, alienígena y muchas otras representaciones. Se volvió uno solo o varias deidades en una, con cualidades triunas o múltiples y a pesar de ello sigue siendo lo que ES; incambiable, inmutable…invariable! Hasta llegó a desaparecer como arquetipo para ser sustituido por la naturaleza, la ciencia o la tecnología. Fue adorado como entidades abstractas como el poder, el dinero o el apego y sin embargo lo que cambió todo este tiempo fue la perspectiva de quien, ya fuere que lo negase o lo predicare, seguía adorándole como una versión algo mejor a la que él mismo era.
El traductor espiritual está consciente de esto y contribuye desde una discreta posición a la evolución de la consciencia del creyente, independientemente de cuál sea su versión intima y personal de Dios, hablándole en el mismo idioma que este entiende y traduciendo como lo haría un intérprete, transmitiendo (sin necesidad de conocerlas a fondo), las pistas que suministra el Universo para alcanzar el nivel inmediato siguiente de comprensión espiritual.
Un traductor espiritual no es un médium, vidente o “canal” con percepción extrasensorial. No se presta como oráculo, intermediario o “materia” para descifrar y difundir mensajes, mandatos o recomendaciones de otros planos dimensionales. Es tan solo una persona impregnada de un inmenso amor y comprensión por aquellos a quienes reconoce como sus hermanos, ya sea que se encuentren más adelantados o rezagados que él en su camino espiritual.







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